EL TEMPLO PARROQUIAL
Un templo singular
Este templo de Nuestra Señora de La
Soledad (O Castro) de Vigo, se
construyó entre 1957 y 1963, por
iniciativa de su propietario el prelado vigués, D. Leopoldo Eijo Garay,
entonces Obispo de Madrid y “Patriarca de las Indias Occidentales”. Había
pedido a su amigo el arquitecto Antonio Cominges que le fuera haciendo, en
pequeño, “algo parecido a la iglesia de la Madeleine de París”. Como Mons. Eijo Garay murió en 1963 apenas terminado el templo, éste no fue
abierto al culto hasta ser convertido en iglesia parroquial, el 26 de diciembre
de 1970.
Las imágenes de Vicente Rodilla, "reunidas"
A esa época del arranque como
Parroquia pertenecen las esculturas del famoso artista valenciano Vicente
Rodilla Zanón: la Virgen de La Soledad, el Vía Crucis, el Baptisterio y los 12
Apóstoles. Las imágenes estaban en distintos lugares de la ciudad y
ahora se albergan
juntas en este templo, lo cual significa un importante logro cultural
junto con la última remodelación llevada
a cabo en esta iglesia parroquial.
Un retablo de estos tiempos
La prensa y los entendidos han
alabado en su día que (el actual párroco
y el arquitecto amigo) hayan “tenido el atrevimiento de cambiar aquel estilo de
“panteón funerario” que antes presentaba
este templo en su interior, y se haya
hecho de él una iglesia moderna, hermosa y acogedora”.
Se destacó también que ahora “el moderno retablo –realizado con materiales de nuestro tiempo : hierro, luces y cristal– representa
el séptimo dolor de la Virgen (los otros 6 están recogidos en sendas vidrieras): María, al pie de la
Cruz, aguarda la Resurrección”
El retablo que rezuma teología . Tres cruces de hierro, ensambladas, funden en ellas los misterios de la salvación divina y de los
dolores humanos… Destaca la cruz de Cristo modelo del que sufre, con su
inscripción: “cargó sobre sí nuestras culpas y sus llagas nos curaron”. Se
visualiza también fácilmente la de quien, como el mal ladrón, no acierta a
encajar las cruces chirriantes y quebradas de la vida… Y para animar a
sobrellevarlas todas, se leen las palabras del salmo: “El Señor sostiene mi
vida”.
La Cruz central se adorna con la lanza que atravesó el
costado de Cristo, además de con unos círculos,
símbolo de la divinidad de Jesús, en los que se inscriben las catorce estaciones de la pasión del Redentor,
rematando en lo alto del mástil con la XV, que podría enunciarse así: “María
espera la Resurrección”. De este modo “el retablo” remata las estaciones del Vía Crucis, las del Vía Matris y es anhelo
final de la vida del cristiano.
Se recuperó también un rosetón, que a propósito queda parcialmente tamizado
para hacer referencia, a la vez , al momento en que murió
Jesús y se oscureció el sol, y a la luz
mañanera de la Pascua de Resurrección. Los etéreos colores que se reflejan en
él -variables según la luz del cielo de
la ría- y el amanecer sugerido tras el perfil del monte Calvario, aluden
también a la alegre mañana de la Pascua..
Vidrieras: dolores y los
amores
Se han mantenido las diez devotas vidrieras, debidas a la empresa
viguesa “La Belga”, que recogen seis de “los siete dolores de la Virgen” y los “dos
amores” de Mons. Eijo Garay” (el
Cristo de la Victoria y la Asunción de María, patrona de esta ciudad). En otras
dos vidrieras aparecen S. Pío X, el Papa que le nombró Obispo (hizo el pasado
28 de mayo, 90 años) y el escudo
episcopal del “Señor Patriarca”, como
cariñosamente se le llamaba en Vigo a Mons. Eijo Garay.
Fotos de la construción del templo